La cortesía como competencia en el MCER

Cuando nos hablan de ‘competencias’ a los estudiantes del máster de profesorado, automáticamente nos pasan por la cabeza las siete competencias clave propuestas por la Unión Europea: competencia de comunicación lingüística; competencia matemática y competencias básicas en ciencia y tecnología; competencia digital; competencia aprender a aprender; competencias sociales y cívicas; sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor y conciencia y expresiones culturales.

Por ello, me llamó la atención que el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER) propusiese otras totalmente independientes de las anteriores (si bien, con sentido, ya que el contexto es muy diferente). En su clasificación, por ejemplo, se diferencia entre las ‘competencias generales’, que son aquellas que no están relacionadas con la lengua, sino con cualquier actividad de cualquier ámbito, y las ‘competencias comunicativas’, expresamente enfocadas a las actuaciones lingüísticas. Dentro de las primeras se engloba el conocimiento declarativo (saber), las destrezas y habilidades (saber hacer), la competencia ‘existencial’ (saber ser) y la capacidad de aprender (saber aprender). En cuanto a las segundas, se dividen en lingüísticas, sociolingüísticas y pragmáticas. Para mí, la más interesante de todas ellas, en cuanto a la enseñanza de idiomas, es la competencia sociolingüística. Mientras que la lingüística ha sido siempre la protagonista en los sistemas educativos de diversos países, parece que la segunda cobra cada vez más fuerza dentro de las aulas. 

Dentro de la misma, en un primer momento, me sorprendió que se hiciese hincapié expresamente en las normas de cortesía. Nunca me había parado a pensar en ello, ya que normalmente las valoramos como un elemento de la vida cotidiana, pero, en verdad, juegan un rol muy importante en el dominio de un idioma y en el verdadero aprendizaje de lenguas. 

En este sentido, me parece una de las claves para el diálogo y para la cooperación conversacional. En la línea del lenguaje no verbal, al igual que los gestos, las normas de cortesía pueden contribuir a expresar muchas cosas, pero también pueden dificultar la comunicación entre el emisor y el receptor. Dado que varían entre las diferentes culturas y, consecuentemente, entre las distintas lenguas, un mismo gesto puede representar varias ideas, dependiendo del contexto en el que se aplique. Así, al igual que pasa con la polisemia o con las palabras homónimas, la cortesía puede desembocar en situaciones graciosas y ridículas, pero también en otras incómodas y vergonzosas.

Desgraciadamente, por lo menos desde mi experiencia personal, la cortesía no se trata demasiado en las aulas de lenguas y el profesorado tiende a usarla como mera información ‘anecdótica’ o ‘curiosa’. No obstante, en mi opinión, debería de ser trabajada en las actividades y evaluada como un contenido más, puesto que me parece más importante que muchos de los conceptos gramaticales que se imparten en las clases.




A raíz de este razonamiento sobre el papel de la cortesía en la enseñanza de lenguas extranjeras, me empecé a dar cuenta de la complejidad de este concepto y de la dificultad que entraña su integración en el aula. Es muy fácil enseñar conceptos puntuales, del tipo: «No tengas mucho contacto físico con un nórdico, porque parecerás maleducado o un baboso»; lo verdaderamente difícil es conseguir que el alumnado comprenda la mentalidad de una cultura y obtenga una visión general/básica de su patrón de cortesía, de forma que le ayuden a entender y a deducir las actuaciones más específicas. Además, una complicación a mayores es el nivel de individualización de este concepto, por lo que semeja imposible evitar caer en los estereotipos.

A raíz de esto, decidí investigar sobre cómo se enseña el español como lengua extranjera, para hacer una comparación entre la realidad y lo que los expertos dicen sobre nuestra propia cultura. Personalmente, os recomiendo un artículo publicado por el Instituto Cervantes (https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/asele/pdf/16/16_0308.pdf), Cortesía y actos de habla en la enseñanza de ELE (Garrido, M.C., 2005), que me pareció muy completo e interesante para comprender un poco más allá este concepto desde el punto de vista docente. 

En resumen, la autora brevemente define del concepto de cortesía y explica su relación con la enseñanza de lenguas y la importancia para el dominio de estas. Especialmente, destaca que se debe enseñar desde dos perspectivas para su correcta comprensión: como norma social y como estrategia conversacional

En esta línea, enfatiza la estrecha relación que hay entre el comportamiento cultural de los individuos en la sociedad con los patrones de cortesía. Para ejemplificarlo describe el presupuesto español:nos caracterizamos por aprobar la originalidad y ser tolerantes. Además, apoyamos que debemos ser conscientes de nuestros puntos fuertes, que deben ser apreciados por los demás de forma explícita. Por otro lado, somos ‘orgullosos’ ante los juicios ajenos y le damos importancia al ‘honor’ familiar. Por último, nos caracteriza la cercanía, ya que tenemos un grado de confianza personal más elevado que en otras culturas.

Asimismo, propone una clasificación de los grados de cortesía...



... y propone distintos ‘actos’ de cortesía, según el efecto que causan en el oyente, por ejemplo:







BIBLIOGRAFÍA: 

CITADA:

Garrido Rodríguez, M. C (2005). Cortesía y actos de habla en la enseñanza de E/LE. Recuperado de: https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/asele/pdf/16/16_0308.pdf 

CONSULTADA:
Landone, Elena (2009). Reflexiones sobre la cortesía verbal en la enseñanza/aprendizaje del ELE. Marco ELE, revista de didáctica español como lengua extranjera, núm. 8. Recuperado de: https://marcoele.com/descargas/8/landone_cortesia.pdf 


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